El que escribe conoció Toni en el 83 y desde aquellos tiempos no la ha visto una mala cara, una mala contestación, ni siquiera un mal gesto. Mi querida compañera Toni es la tranquilidad, la dulzura, la paz y la sonrisa, es como un guante de seda. Creo que se aproxima bastante a eso que llaman la compañera perfecta. Me encanta lo ilusionada que está con su nueva bicicleta y sobre todo me emociona escucharla contar lo bien que lo pasa los fines de semana por la Senda Verde.
Adelante Toni:
Me la regaló mi abuelo el día de mi cumpleaños, un mes de Junio de los años sesenta. La tenía guardada en un almacén bajo la casa, en Lastres, el pueblo donde veraneábamos y la emoción al verla fue enorme: una bicicleta ORBEA, de color verde, con una malla multicolor protegiendo los radios de las ruedas traseras y un sillín de cuero marrón. Recuerdo que me ayudaba a mantenerme en equilibrio, sin apenas llegar a los pedales. Acabé deslizándome por una pequeña rampa, y seguramente lo repetí cientos de veces.
Me encantaban las "pegatinas" que tenía bajo el manillar cromado y brillante, el timbre y la "cartera" de cuero tras el sillín, con una llave fija, parches y pegamento.
A partir de ahí, fue uno de mis mayores alicientes en los siguientes veranos. Ya en la adolescencia nos juntábamos un grupo de amigos e íbamos de un pueblo a otro (Colunga, La Isla, Caravia...) a las romerías. A veces llevábamos sentado en el portabultos a algún sufrido compañero que por supuesto en las cuestas se bajaba inexorablemente.
Esta foto la encontré colgada en un foro sobre bicis antiguas y te aseguro que es idéntica a la mía.
Me la regaló mi abuelo el día de mi cumpleaños, un mes de Junio de los años sesenta. La tenía guardada en un almacén bajo la casa, en Lastres, el pueblo donde veraneábamos y la emoción al verla fue enorme: una bicicleta ORBEA, de color verde, con una malla multicolor protegiendo los radios de las ruedas traseras y un sillín de cuero marrón. Recuerdo que me ayudaba a mantenerme en equilibrio, sin apenas llegar a los pedales. Acabé deslizándome por una pequeña rampa, y seguramente lo repetí cientos de veces.
Me encantaban las "pegatinas" que tenía bajo el manillar cromado y brillante, el timbre y la "cartera" de cuero tras el sillín, con una llave fija, parches y pegamento.
A partir de ahí, fue uno de mis mayores alicientes en los siguientes veranos. Ya en la adolescencia nos juntábamos un grupo de amigos e íbamos de un pueblo a otro (Colunga, La Isla, Caravia...) a las romerías. A veces llevábamos sentado en el portabultos a algún sufrido compañero que por supuesto en las cuestas se bajaba inexorablemente.
Esta foto la encontré colgada en un foro sobre bicis antiguas y te aseguro que es idéntica a la mía.
2 comentarios:
Gracias por tu supercariñoso y GENEROSO comentario, por tu arte pa tomar fotos imposibles (¡pero si quedó chulísima!) y por demostrarnos que hay preciosos y acogedores rincones (ahora se llaman Blog o Web) también en Internet.
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