lunes, 24 de marzo de 2008

La primera vez de Ali






















El que escribe ya le apetecía colocar este post en el blog desde hace tiempo.Ali tiene que estar en cualquier sitio que se hable de cicloturismo.Ella y Avo tienen una de las mejores páginas web sobre cicloturismo en castellano Rodadas. Ali tiene tanto entusiasmo y tanta afición a viajar en bicicleta que solamente con abrir su página, ya estarás pensando en coger la bicicleta y largarte. Por si esto fuera poco su preparación y sus conocimientos sobre la materia son muy extensos. El que escribe tiene muy buen rollo con esta chica y seguro,seguro que en algún momento coincidirán nuestras rodadas.
Adelante Ali cuentanos tus principios:

No recuerdo con precisión la primera ocasión que me subí en una bici pero sí la primera vez que conseguí mantener el equilibrio sola. Tenía una bici preciosa, una BH negra. Yo tendría 8 o 9 años cuando mi padre decidió que ya estaba bien de ruedines. Así que, aprovechando que mi madre se quería sacar el carné de conducir, nos llevaba en un viejo 133 a un descapamado cerca de casa: mientras ella hacía prácticas de aparcamiento, él corría detrás de mí. Al principio me sujetaba del manillar y del sillín y avanzábamos despacio por un camino bacheado, ligeramente cuesta arriba yo concentrada, él dándome instrucciones. Tras unos cuantos intentos empezó a sujetarme desde atrás, una mano en la espalda, presta a agarrar el sillín si perdía el equilibrio. En mi recuerdo pasó mucho tiempo pero quizá estuviéramos practicando así solo una tarde. El siguiente día, mientras mi madre recorría el mismo camino marcha atrás y marcha alante una y otra vez, él y yo volvíamos a la faena. Esta vez me sujetaba solo del sillín. Siempre que miraba hacia atrás, ahí estaba él, sonriente, la calva sudorosa de perseguir a una chiquilla que pedaleaba frenéticamente. Recuerdo haber arrancado y mientras pedaleaba pensar ¡qué rápido vamos! ¿eh papá? La sensación del viento en la cara, y una absoluta y simple felicidad, de esas que solo duran unos segundos, pero cuando vienen lo llenan todo. Miré hacia atrás para compartir el momento con mi padre, pero él no estaba allí. Entonces, el pánico, un frenazo y un salto. Pero papá, ¡no puedo hacerlo sin tí!
Y su carcajada: ¡pero sí ya lo has hecho!

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