
La historia de esta tortilla es tan sencilla como que una señora de 87 años, por la cara, me la preparó y la comí ayer, en una de esas cenas memorables.
Pero el verdadero lujo es haber podido comer la tortilla con la cocinera y el pinche de cocina, que son dos ancianos octogenarios llenos de vida y de historias. Es un verdadero placer escuchar las historias de estos viejecitos nacidos antes de la guerra y es un lujo poder escuchar sus batallas.
Lo dicho un lujo de tortilla y un lujo de compañia.
1 comentario:
No será la viejecita del lio del mirador?
Publicar un comentario