El que escribe hoy mientras escucha la canción de Scorpions y ve las imagenes de la caída del muro de Berlin en la televisión, se siente muy cerca de los ciudadanos que vivieron aquellos dias.
Pero en esta bitácora hoy queremos hablar de otro viento, aquel viento de cara que un día nos dejó completamente exhausto.
Una mañana de abril, haciendo la preciosa Vía de la Plata, salíamos de Plasencia con un viento muy fuerte y racheado en nuestra contra. Nos habíamos desviado de la ruta y cuando retomamos la senda nos encontramos con una escena muy divertida. Ya en Galisteo y cuando estábamos con muy poca energía, después de una hora de lucha contra el viento, vemos aproximarse en nuestra contra un grupo de franceses muertos de risa, a una velocidad endiablada sin hacer esfuerzo y partiéndose de risa. Solamente tuvimos tiempo de levantar la mano para saludar.Cuando miramos hacia atrás ya se perdían en la lejanía.
Nos paramos a descansar y a comer un delicioso pan dulce que nos había regalado una vecina de Rió Lobos mientras eramos conscientes de inútil que es luchar contra los elementos.
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