miércoles, 27 de mayo de 2009

Aprender a fluir con la corriente de la Vida.

El que escribe hoy no tiene el cuerpo para historias, por eso te postea este cuento sufi.Hoy he visto el desconcierto en unos bonitos ojos de niña y una lagrima deslizarse por el rostro de una mujer. No creo que esto tenga ninguna utilidad para ambas personas pero ....
La rendición
Estaba el mar picado. Una sucesión de espuma saltarina invitaba a sumergirse y liberarse de ese sol abrasador de la Polinesia samoana. En cuanto se zambullía entre las olas, empezó a alejarse de la costa con una sospechosa facilidad. Cuando quiso volver, una poderosa corriente le arrastraba hacia aquel inmenso y desconocido azul del Pacífico. Forcejea. Jadea. Se agota. Hace señas a lo lejos. Desde la playa, ya lejana, un solitario turista responde a los supuestos saludos.
El abismo de la soledad se abre ante él; después, la desesperación de la impotencia y un súbito terror repleto de imágenes de ahogados. Rendido a la evidencia, se deja arrastrar mar adentro, aferrado a la esperanza de llegar a otra isla, de que pase una canoa lugareña, de que suceda el improbable milagro ... Desfila su vida, al tiempo que las fuerzas le abandonan.
Han pasado varios minutos, ¿varias horas?, y la corriente circular empieza a devolverle hacia la orilla. Darse cuenta le dio fuerzas para nadar con calma en su sentido.
Desde aquel segundo nacimiento, aprendió a fluir con la corriente de la Vida.

3 comentarios:

Emilio Fernandez dijo...

Gracias

entrenomadas dijo...

Besitos,

Marta

Anónimo dijo...

en recuerdo de ella, y de su media sonrisa....