Al que escribe hoy le apetece postearte este cuento.Según me dicen, estos cuentos eran contados en las casas de té que había a lo largo de la Ruta de la Seda. En cualquier caso hoy me apetece pararme un momento a pensar y también me apetece darle un papel más importante a la ternura y al cariño.
Nasrudin conversaba con un amigo.- Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?- Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero era muy fea.Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.- ¿Y por qué no te casaste con ella?- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella me dijo que para casarse quería el hombre perfecto.
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