
No me puedo olvidar del muchacho italiano y la fabulosa comida que nos dimos en Fromista a base de pan y miel de los pirineos franceses, ni de la sopa que cenamos en el albergue de Sahagun de Campos, ni de la música que salia de su flauta travesera.
P.D. En algún momento te hablare se sus fabulosas bicicletas
¿Quién sabe por donde andarán? ¿Quién sabe si algún día nos volveremos a ver?
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